La industria en España no atraviesa su mejor momento, eso no es un secreto para nadie. En los últimos años, especialmente desde que en 2008 la crisis económica se instalara en el interior de nuestras fronteras, las noticias han sido francamente malas. La pérdida de puestos de empleo, el cierre continuo de empresas relacionadas con el sector y la falta de trabajo en general han constituido la tónica habitual de una industria española que ni siquiera en sus zonas de influencia más altas ha escapado de todos estos ataques.
La evolución tecnológica también tiene mucho que decir a este respecto. Lo cierto es que la aparición de nuevas y nuevas máquinas que desempeñan el mismo trabajo que las personas y que a la larga resultan bastante más baratas ha hecho posible que en las fábricas haya habido cada vez menos factores humanos y más tecnología. Lo lógico por parte de los empresarios es intentar abaratar el coste de su producción, eso está claro. Pero, sin que nadie haya puesto remedio, esto ha afectado de un modo terrorífico a las personas y a sus respectivas vidas.
Podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que desde la llegada de la industria a España, que se produjo de un modo tardío en comparación con países como Francia, Inglaterra o Alemania, la situación jamás había sido tan negativa. Aunque es cierto que poco a poco la situación va mejorando y que cada vez parece haber más oportunidades en el sector desde hace aproximadamente un año, lo cierto es que la crisis ha hecho temblar los cimientos de todas las empresas relacionadas con la actividad industrial.
Uno de los principales subsectores dentro de la industria española ha sido el de la fundición de acero y de hierro, que también se ha visto muy afectado desde hace una década pero que también quiere volver a despuntar. Tradicionalmente, zonas como el País Vasco o Galicia han sido las que han marcado la diferencia dentro de esta actividad. Dentro de la región que nos corresponde, la industria de la fundición de acero ha perdido peso y es necesario volver a impulsarla.
Según los profesionales de una entidad como Ibertronix, una entidad encargada de la producción de sistemas termográficos para un mejor control del interior de hornos de fundición, la disminución del peso del sector de la fundición en Galicia no solo se debe a la irrupción de la crisis, sino también al mantenimiento del miedo y el respeto absoluto que existe a la realización de esta actividad a pesar de que la seguridad se ha convertido en su principal garante en los últimos tiempos.
Factores de riesgo en el sector de la fundición
Existen factores de riesgo en todas las etapas que vienen asociadas al proceso de la fundición:
- En lo que respecta a la fusión y la colada del metal, los riesgos se derivan principalmente de la caída de objetos pesados o la proyección de fragmentos procedentes de la chatarra.
- En cuanto a la fabricación de moldes, el peligro es la inhalación de sustancias nocivas o un incendio durante el proceso de revestimiento del molde.
- La fabricación de machos puede saldarse con la inhalación de vapores, de sustancias nocivas o la abrasión en las manos.
- Durante el vaciado, el ruido en el proceso de extracción, la inhalación de polvo o la caída de objetos son los principales peligros.
- Finalmente, durante el desbarbado, se puede producir la proyección de fragmentos o la producción de cortes en las manos o las quemaduras procedentes de herramientas manuales en la manipulación de cargas.
Aunque los riesgos son muchos, lo cierto es que pueden controlarse y que, en general, se tienen argumentos suficientes como para decir que esta industria es ahora más segura que nunca gracias, en parte, a la aparición de los sistemas termográficos que permiten saber qué es lo que ocurre en el interior de hornos y prevenir así cualquier riesgo futuro.
Galicia debe recuperar esa tradición por esta clase de empresas. Aunque bien es cierto que es un trabajo que exige respeto y una cualificación tremenda para evitar posibles peligros, la verdad es que nada tiene que ver esta profesión con la que se desempeñaba hace tan solo unas décadas. Es el momento de que los gallegos recuperemos un sector que tan importante es tanto para nuestra economía como para la economía española en general.