Así gestiono mis obligaciones fiscales como escritor

Hay muchos oficios que son muy bonitos de practicar y que resultan, además de eso, muy necesarios para la sociedad en la que nos encontramos. A lo largo de los párrafos que se vienen, quiero hablar acerca de uno de ellos, un oficio que es el que me ha hecho ser quien soy y al que se lo debo absolutamente todo. Estoy hablando, como seguramente sepáis, a causa del titular que lleva puesto este artículo, de una profesión como la del escritor. Estamos hablando de una actividad que llama muchísimo la atención de la gente porque puede otorgar cierta fama, aunque ya os digo que nada es tan bonito como parece ni muchísimo menos.

Comencé a dedicarme a esta labor hace muchos años, cuando prácticamente era una adolescente. Siempre me ha gustado escribir: de pequeño me dedicaba a realizar pequeños relatos cortos para el instituto o el colegio, algo que me dio buena fama y que hizo que empezara a gustarme todo esto. A medida que fui creciendo, empecé a acometer proyectos mucho más serios y que empezaron a dejarme un dinero. La verdad es que me encantaba poder hacer esto porque sentía que era alguien útil para la sociedad. Siempre que escribo, planteo las cosas desde un punto de vista y me gusta que quien me lee pueda ver el mundo tal y como yo lo describo, tal y como yo lo veo, para que pueda entender por qué pienso lo que pienso. Lógicamente, hay gente que no va a estar a favor, pero no pasa nada.

El caso es que cuando terminé mis estudios en la universidad, empecé a sondear la posibilidad de escribir mi primera novela seria. Lo que más me gustaba era la novela histórica, algo parecido a lo que hace Ken Follett. Sé que es muy difícil compararse con el escritor británico y que es prácticamente un suicidio hacerlo, pero el caso es que yo sentía que el tipo de cosas que narraba y la manera que tenía de hacerlos se asemejaba a las de él. Y la verdad es que por ahí diseñé la historia de esa primera novela que me costó varios años terminar y por la que apostó una pequeña editorial situada en la Comunidad de Madrid. A pesar de que soy del norte de España, esto no me importó. De hecho, me podía venir de perlas para exportar mi nombre más allá de mi zona de influencia.

Hasta ahí, yo no era más que una simple persona que buscaba hacerse un hueco en un mercado tan complicado como el literario. No había contemplado la posibilidad de crear una marca, una pequeña empresa, a través de la cual canalizar todo el trabajo y todos los ingresos que pudiera ocasionar la venta de esos libros. De hecho, esa primera novela que escribí se lanzó sin que yo fuera responsable de un pequeño negocio dedicado a obtener las regalías derivadas de los derechos de autor de la novela. Mi padre, que en otros tiempos fue contable en varias empresas del norte de España, me decía que me podía meter en un lío a causa de esto y que necesitaba hacer bien las cosas.

Cuando escribí mi segunda novela, tuve claro que tenía que hacer mejor las cosas, así que lo que hice fue ponerme manos a la obra para crear una sociedad unipersonal para gestionar a través de ella todo lo que tuviera que ver con la obtención de mis ingresos por derechos de autor. De todas maneras, y como no conocía demasiado todo ese tema, necesitaba algo de asesoramiento y fue por ello por lo que me tuve que poner a ver alternativas a tal efecto. Tomé la decisión de apostar por los amigos de Coma&Roig, un grupo de asesores que me facilitaba las cosas porque ofrecen un trato personalizado para cada caso y también dedicado a una profesión tan particular como es la del escritor. Ellos fueron quienes me comentaron todo lo que tenía que hacer con el tema del Iva y el Irpf.

Cuando tuve claro todo este tema, pude empezar a respirar un poco más tranquilo. Ya sabéis que estar en paz con Hacienda es algo que es necesario valorar porque de lo contrario te puedes meter en un buen lío. Y yo la verdad es que tuve la suerte de que no iba a pasar por ahí porque ya tenía el asesoramiento que necesitaba. Además, todo lo intranquilo que me encontraba antes como consecuencia de no conocer la legalidad de todas estas cosas dejó paso a la sensación de calma que iba asociada a saber de primera mano que no iba a tener problemas con el fisco. La verdad es que se duerme mucho mejor por las noches, cuando esto es así, no os voy a engañar.

Lo cierto es que las cosas salieron también muy bien cuando publiqué la segunda novela. También es verdad que, en este caso, necesitaba tener un mayor control por el hecho de que, en lugar de publicar la novela con una editorial, lo que hice fue autopublicarla y eso iba a suponer una mayor cantidad de ingresos por mi parte. Y así fue. Cuando empecé a obtener esos ingresos, me empecé a dar cuenta de la buena dirección que había tomado al haber gestionado mi empresa por mí mismo. Y es que obtener el asesoramiento adecuado en el momento idóneo es algo que va a marcar la diferencia sea cual sea el tipo de negocio que tengáis.

Tengo que decir que, en ningún momento, he tenido problemas con Hacienda. Y han pasado algunos años desde entonces. He publicado más cosas y jamás he tenido que temer por alguna de las cuestiones relativas al pago de impuestos. Todavía me quedan algunas ideas por llevar al papel y para seguir realizando esta profesión que me encanta tanto, pero lo que está claro es que tengo la seguridad de que gestiono correctamente todo lo que tiene que ver con un asunto como lo es el pago de mis obligaciones fiscales, algo que puede dar muchos problemas si no se hace correctamente y más en una empresa que esté gestionada únicamente por una persona.

Una profesión que es más habitual de lo que parece 

Muchas veces, da la sensación de que un escritor es una persona que tiene una profesión algo extraña. Yo mismo lo he dejado caer en algún momento de este artículo. Pero lo cierto es que la realidad está lejos de ser así, porque, según indica una noticia publicada en la web de escritores.org, en España hay 102.000 escritores y artistas, lo cual supone el 0’5% del empleo que se registra en la totalidad del país. Es una buena cifra y la verdad es que eso pone de manifiesto que, en nuestro país, hay un interés muy grande por el arte. Esto siempre es digno de celebrar y esperamos que ese interés no decaiga nunca.

Es verdad una cosa: que muchas de esas personas que realizan una labor como de la que estamos hablando no lo hacen teniéndola como único ingreso. Por desgracia, hay muchas personas a las que esto no les da para vivir y que debe tener otra fuente de ingresos, una fuente de ingresos principal, que les permita tener algo de independencia económica. Esto presenta otra arista de la situación, una arista mucho peor: la de que, a pesar de que esté probado que el arte interesa y mucho en España, no se cuida de los artistas como se debería en un montón de ocasiones. Y esto es algo que nuestra sociedad haría bien en cambiar cuanto antes, porque no habla bien de nosotros como país.

Fijaros en lo que dice una noticia publicada en la web del canal de televisión La Sexta: dice que España no es país para escritores porque el 78% gana menos de 1.000 euros al año. Está claro que esta cifra dice mucho y nada bueno para nosotros y que hay que hacer todo lo posible por cambiar esa realidad, aunque la verdad es que no es nada fácil porque, de todo lo que cuesta un libro, solamente una pequeña parte es la que les corresponde. Para ganarte la vida como escritor, la verdad es que o tienes un trabajo, por otro lado, o vendes una cantidad muy grande de ejemplares. Y, claro, esto último no está en manos de todo el mundo.

Aunque esa sea la realidad en la que nos movemos en este sector artístico de la escritura, podéis dar por sentado que voy a seguir dedicándome a él como lo he venido haciendo hasta ahora, en cuerpo y alma. Creo que hay pocas cosas que me hayan gustado tanto en la vida y la verdad es que me apetece un montón seguir contando historias y que haya gente que las lea y me dé feedback al respecto. Lo importante de tu trabajo, además de lo que te reporta en el sentido económico, también es lo que te reporta en el sentido más personal. Y en relación a este último, os tengo que decir que me siento como un millonario.

 

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